¿Por qué sí es necesaria la reforma de la Diagonal?

Barcelona está a punto de vivir un gran cambio: la reforma de una avenida tan importante como la Diagonal. El ayuntamiento ha lanzado dos propuestas: un bulevar y una rambla y ambas dan preferencia tanto al transporte público como a los peatones y ciclistas, relegando a un segundo plano el vehículo privado. Un acto muy valiente por parte del ayuntamiento en pro de la ciudadanía, independientemente de que vaya a haber elecciones pronto, porque está claro que una ciudad tiene que modelarse y crecer al ritmo del ciudadano, y no del vehículo privado como ha sucedido durante las últimas décadas.
La Diagonal en la actualidad

Actualmente, la Diagonal es escenario de una batalla campal entre peatones, coches, autobuses, ciclistas y taxistas para defender su territorio. Además, tiene el mismo diseño que hace 100 años, cuando las necesidades eran completamente diferentes a las actuales. Por ejemplo, hay muchos tramos donde las aceras laterales no llegan ni a los dos metros de ancho. Esto mismo pasaba en el Paseo de Gràcia, que fue reformado completamente hace unos años y que vio como, de la noche al día, el comercio revivía. No en vano actualmente el Paseo de Gràcia es la calle comercial por excelencia de Barcelona. Además, con la reforma, los peatones pudieron disfrutar de unas aceras más que anchas y no por ello los coches dejaron de circular por el paseo.
Otro de los problemas que nos encontramos en nuestra Diagonal es que, en los tramos donde hay bulevares, deben convivir tanto el peatón como un carril bici sin segregar y los estacionamientos de motos, por lo que los inconvenientes de ello se hacen evidentes.

Pero el mayor problema es que el transporte público está tan maltratado que coger un autobús que atraviese la Diagonal se convierte en un auténtico infierno, llegando a recorrer unos 8 kilómetros en un tiempo récord de tan solo hora y cuarto. Es necesario más y mejor transporte público de superficie y esto se conseguirá, en parte, gracias a esta reforma.
Pero… ¿y el vehículo privado?

Los números hablan por sí solos: casi la mitad de los desplazamientos internos en Barcelona se hacen en bicicleta o caminando (46%) y el transporte público es usado en el 35% de ellos, mientras que el vehículo privado se usa en apenas el 19% de los casos. Es evidente lo que hay que priorizar, y es simplemente cuestión de números: la reforma de la Diagonal beneficia, como mínimo, a un 81% de la población.
Esta reforma disminuirá la capacidad de absorción de tráfico de la ciudad, pero esto es un problema menor, ya que se incrementará notablemente la oferta de tranvías y se creará una red de nuevos autobuses (la llamada red Retbus) rápidos y de gran capacidad, que serán capaces de romper con el mayor problema de los buses, que es la velocidad comercial y, por tanto, el tiempo de viaje. Gracias a ello y a la prioridad semafórica, se conseguirá incrementar la capacidad del transporte público, lo cual es fundamental para poder reducir el número de vehículos privados.
Aspectos medioambientales

No hay que olvidar que estamos en un momento muy delicado con el clima, y es que nos estamos cargando literalmente el planeta, haciendo que la temperatura aumente de forma alarmante, así como el nivel del mar, cosa que en Barcelona tendría que preocuparnos, y mucho. Es por eso que hay que reducir, como sea, el uso del vehículo privado para disminuir la contaminación que, por otro lado, mata a más gente que los accidentes de coche. Concretamente, ocho veces más.
Tal y como en su día dijo el alcalde de Madrid: «Es probable que acabemos prohibiendo los motores de combustión en el interior de los espacios urbanos. (…) La Unión Europea nos forzará a una drástica reducción de la circulación de automóviles. O nos preparamos antes o podemos sufrir un colapso
¿Por qué la reforma ha suscitado tanta oposición?

La tan necesaria reforma ha levantado mucha oposición, a varios niveles:

1. La unión del tranvía. Todavía hay mucha gente que cree que el tranvía es tan innecesario como desfasado. Lo que no tendrá en cuenta esta gente es que este medio de transporte permite a ciudadanos de zonas de L’Hospitalet, Esplugues, Cornellà, Sant Joan Despí, Sant Just Desvern, Sant Feliu, Sant Adrià del Besòs y Badalona interrelacionarse e ir a Barcelona de forma cómoda y rápida, con una frecuencia de paso más que buena. Antes, en cambio, tenían que coger autobuses con poca frecuencia de paso y sin tantas paradas donde bajarse. Es por eso que, rotundamente, el tranvía en Barcelona es uno de los mayores aciertos de los últimos años, teniendo en cuenta que la construcción de metro a estas zonas es inviable económicamente debido al gran coste constructivo y a la poca afluencia de pasaje. Además, la unión del Trambaix con el Trambesòs es absolutamente necesaria, puesto que entre las plazas de Francesc Macià y Glòries hay déficit de transporte, ya que (y esto es un pez que se muerde la cola) los autobuses van tan lentos que es desesperante ir en ellos.

2. Los comerciantes. Algunos de ellos encabezan las críticas a la reforma porque no quieren ver como seis años de obras les harán disminuir drásticamente las ventas, cosa completamente comprensible, aunque la reforma está prevista en fases de seis-nueve meses como máximo delante de una misma fachada. ¿Por qué para ellos es tan importante la reforma? Porque la pacificación de la zona, junto con el ensanchamiento de las aceras y la ampliación del transporte público hará que la actividad comercial repunte y se convierta en el motor económico de la zona, como ya sucedió con los casos del Portal de l’Àngel, el Paseo de Gràcia, Sant Andreu, Sarrià, Poblenou, entre otros. Recordemos que en todos estos casos los comerciantes también se oponían a las reformas que se llevaron a cabo y es evidente que ahora ninguno de ellos aceptaría una transformación a la inversa.

3. El vehículo privado. Aunque es cierto que mucha gente tiene el vehículo privado como única opción para acceder a la ciudad de Barcelona, también es cierto que todos los desplazamientos internos, sin excepción, pueden realizarse en transporte público y la mayoría de los de acceso y salida podrían realizarse también en transporte público. Entonces, ¿por qué no se usa más éste? La respuesta es tan simple como obvia: por comodidad. Es mucho más fácil, aunque también mucho más caro, salir del aparcamiento de casa e ir al aparcamiento del trabajo en, supongamos, 15 minutos que coger el metro, que está, por ejemplo, a 10 minutos de casa y tardar 30. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Vale la pena que por la comodidad de un irrisorio 19% de personas tengamos que salir perjudicados todos los demás? Porque, no nos engañemos, el uso masivo del transporte privado nos perjudica a todos: ruido, contaminación, saturación de las calles, mal funcionamiento de los autobuses, invasión de las aceras, etc.

4. La crisis. ¿Es necesario hacer esta reforma justo ahora, en plena crisis? Pese a que la decisión de la reforma tiene aires claramente electoralistas, sí, es necesario. Precisamente en un momento como éste, en que hay más de un 15% de parados en Barcelona (la mayoría, del sector de la construcción) que necesitan ser reciclados y reasignados a otros sectores, es necesario un esfuerzo inversor en infraestructuras, que son la columna vertebral del día a día de todos los ciudadanos. Por otro lado, ¿es acertado el referéndum? Pues, en mi opinión, según se mire. Sí que es necesario éste porque la ciudadanía tiene derecho a elegir cómo quiere que sea su ciudad, aunque no parece sensato invertir 2 millones de euros en una consulta, y mucho menos permitir a los menores de 18 años opinar sobre temas que, realmente, desconocen al menos en su real magnitud y alcance.

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