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Si hablamos de despropósitos urbanos, no podemos pasar por alto los scalextric: gigantescos pasos elevados con ramales creados para facilitar la circulación y suprimir los cruces y semáforos de los principales nudos urbanos. Una infraestructura de autopista implantada en pleno centro de la ciudad.
Estos gigantescos monstruos proliferaron en las grandes durante el boom del automóvil de los años 60, en un intento de eliminar la congestión y modernizar nuestras calles. El más impresionante quizás sea el scalextric de Atocha, en Madrid, con 3 niveles y más de un kilómetro de longitud. Sin embargo, el imparable crecimiento del parque automovilístico cuestionó la eficacia de estos puentes, que sólo servían para llegar antes al atasco. Un beneficio escaso, teniendo en cuenta el impacto acústico y visual que provocaban en la zona.
En ciudades más pequeñas, como Granada, predominó más la tendencia de eliminar espacios peatonales y públicos para dárselos al coche. Así desapareció la red de tranvías de Granada y sitios como la Plaza del Carmen (frente al ayuntamiento) se trasformaba en un parking al aire libre.
La presión social provocó que durante los años 80 y 90 estos scalextrics fueran siendo desmontados y sustituidos por túneles, sin que tampoco se solucionase el colapso circulatorio. Enterrar el problema tampoco evitó que el automóvil fuera el protagonista de estos espacios, por encima del peatón y del transporte público.
El auge y ocaso de los scalextric debería de haber servido para aprender que la única solución del coche en la ciudad pasa por su moderación y por una mayor presencia del resto de modos. Sin embargo, aún falta una voluntad política valiente que sea capaz de llevar este cambio. Esta es la conclusión a la que llega este reportaje de TVE, donde se repasa la historia de estos gigantes de hormigón.