El fraude: causas y medidas adoptadas hasta el momento para combatirlo

Foto: www.elpais.com

Todos los usuarios del metro de Barcelona conocemos este problema, afianzado de forma endémica y cada vez más popular. Se trata del fraude. No pagar por el servicio que se está usando y saltarte (la mayoría de veces literalmente) la línea de validación, cometer el famoso «salto de zona», tan extendido en FGC o Rodalies, o aprovecharse de los ciudadanos honrados (no olvidemos que somos la inmensa mayoría) efectuando el famoso «fraude por trenecito» (situarse justo detrás de alguien que paga y pasar junto a él para que la puerta no se cierre) son actos que se llevan a cabo a diario, en cualquier estación, y que podemos ver sin necesidad de fijarnos demasiado.

Según datos oficiales de la ATM, el porcentaje de fraude en el metro es del 1,1%, aunque usar a diario este transporte te hace tomar consciencia de que ese porcentaje no es real y de que el número de personas sin billete es mucho mayor, por lo que el tema es más preocupante de lo que oficialmente se intenta hacer ver.

¿Por qué se cuelan?

Los usuarios que no abonan el precio por el trayecto que van a realizar lo hacen, generalmente, por dos motivos: o no pueden o no quieren pagar. Si bien es cierto que un segmento de la población no puede costearse lo que, para ellos, es una absoluta necesidad, también es cierto que prácticamente toda la gente que se cuela puede permitirse pagar el billete y aprovechan como excusa una hipotética incapacidad para hacerlo.

Como ejemplo, el más claro y ejemplificador de todos: los jóvenes. No es ningún secreto que la mayor parte de infractores son menores de 30 años, igual que tampoco lo es que en las noches con servicio ininterrumpido o non-stop es cuando se alcanza un mayor porcentaje de fraude. Por lógica, sabemos que los usuarios que usan el transporte público por la noche lo hacen con fines de ocio. Pues bien, ¿cómo puede ser que un joven que se cuela en el metro un sábado a las 12 de la noche porque, supuestamente, no tiene dinero para pagar el billete luego salga de fiesta y se gaste, de media, 30 euros? Sólo con la cantidad que gasta esa noche el joven que se cuela tendría dinero para costearse 2 viajes al día todos los laborables y, además, los sábados que salga. Este era un ejemplo, quizá el que más se repite en el metro, aunque no todo el mundo salta por pura picaresca. Como ya comentamos recientemente, hay quien defiende un transporte público gratuito por convicción e ideales. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que eso es utópico.

¿Cómo se combate el fraude actualmente?

Actualmente la operadora, TMB, tiene abiertos varios frentes para combatir el fraude:

Instalación de puertas antirretorno, que dificultan el «fraude por salto», aunque facilitan, por otro lado, el “fraude por trenecito”. En el nuevo plan contra el fraude se ha aprobado la instalación de este tipo de puertas en 10 estaciones más, la mayoría de la linea L1.

Intervenciones «relámpago», en las que un nutrido grupo de interventores piden billete a los pasajeros de todo un tren o de un andén entero, cerrando sus salidas para que el pasaje no tenga la oportunidad de evitarlos.

Disuasión mediante campañas, como la agresiva “¿Te crees muy listo?” o “El que la hace, la paga”, que no hacen más que conseguir que el usuario se rebele y se sienta agredido.

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