Muchos ciudadanos de Barcelona en las últimas semanas habrán visto, y a lo mejor sufrido, las obras que se están llevando a cabo en el cruce de la Calle Aragó con el Paseo de Gràcia. Como el cartel indica que se trata de una reforma de la estación de Passeig de Gràcia de Adif, probablemente imaginaréis que las obras mejorarán el intercambiador del mismo nombre.
Pues desgraciadamente no: el interminable pasillo de conexión entre L4 y L3, que sirve para que los usuarios de L2 y L4 vayan a la L3 y a Rodalies y viceversa, no es objeto de ninguna remodelación.
Ese largo pasillo continuará por muchos años penalizando los transbordos en ese intercambiador y sorprendiendo a usuarios primerizos con su longitud. Pero ese pasillo esconde un secreto que se desveló en el blog redferroviariabcn.blogspot.com hace unos años.
Y es que, tal como se muestra en las imágenes, obtenidas del citado blog, el pasillo forma parte de la planta del aparcamiento subterráneo que está bajo el Paseo de Gràcia.
Este aparcamiento se inauguró el 29 de setiembre de 1967, casi dos años antes de que se adjudicaran las obras de la L4 en la zona. Así que los responsables de esta obra se encontraron una «barrera» subterránea entre la nueva estación de L4 y la estación de L3. Tal como se muestra en la siguiente figura, el aparcamiento se interpone en el trazado óptimo del pasillo de unión entre estaciones, aquel que minimizaría el recorrido del transbordo.
Por ello se proyectó y se ejecutó la correspondencia entre las dos estaciones generando un vestíbulo para cada una de ellas en los extremos del aparcamiento que se unieron por el interior de éste.
Pese a existir un proyecto de reforma de este pasillo, la ejecución del mismo, que depende de la Generalitat, no está programado, así que todavía nos quedan años de interminable pasillo.