La complicada situación de los autobuses en Badalona

Mapa de carriles en las principales calles del centro de Badalona. En rojo si tienen un carril; en naranja las calles de un solo sentido pero con dos o más carriles, con o sin carril bus; en violeta las calles de doble sentido.

La situación de los autobuses en el centro de Badalona se ha demostrado muy frágil a las perturbaciones. La configuración de las calles en sentido norte y en sentido sur hace que un corte por obras en cualquiera de ellas provoque grandes afectaciones, desviaciones y una pérdida de velocidad comercial en los autobuses municipales, gestionados por TUSGSAL. La afectación que hay actualmente viene derivada de la construcción de la nueva parada de metro de la línea L2 Badalona Pompeu Fabra, y que dura ya cinco años.

Como se puede apreciar, sólo hay dos calles que crucen el centro en sentido noreste del lateral de la autopista y la Nacional II a la calle Francesc Layret, que a la altura del Ajuntament se reduce a un solo carril por donde pasan casi todos los autobuses de Badalona y donde está justamente situada la parada del centro. En sentido suroeste sólo hay un carril, que pasa por delante del Museo y del Hospital Municipal. En cuanto a las calles mar-montaña, las principales son la avenida Martí Pujol, en sentido único entre la nacional y el mar y que, además, es el principal acceso de entrada al aparcamiento de la estación y en todo el barrio desde el norte. La calle en sentido contrario que da salida a la estación es Sant Ignasi de Loiola, que tiene un solo carril en sentido montaña. Los accesos a la estación están rodeados de calles estrechas de un solo carril (algunas con un segundo carril dedicado a aparcamiento). Cualquier corte en esta calle tiene consecuencias funestas, mientras que si se produce en calles alternativas lleva a un bloqueo por tráfico.

En este mapa se puede ver el recorrido de la mayoría de líneas de bus de la zona. En verde, las líneas del sur hacia el norte, y en naranja, las del norte hacia el sur. Como decíamos antes, todas las líneas deben pasar por dos calles céntricas, la de sentido norte tiene sólo un carril en un tramo donde, además, hay una parada. El servicio a la estación se hace principalmente por Martí Pujol hacia el sur, mientras que hacia el norte, como esta calle sólo va en sentido mar desde la nacional, debe volver atrás y subir por Sant Ignasi de Loiola, con un solo carril y que, encima, es la salida del aparcamiento.

Cuando empezaron las obras de ampliación del metro se cortó la calle Francesc Macià, entre Pep Ventura y Sant Ignasi de Loiola. La falta de alternativas obligaba a desviar el tráfico por la calle Saragossa hasta el lateral de la autopista. Como no se puede ir en sentido mar por Rambla de Sant Joan o Coll i Pujol y más tarde habría que cortar la calle de la Creu, se tuvieron que desviar por Martí Pujol, por donde ya bajaban los autobuses hacia la estación y, por tanto, coincidiendo con ellos en algunos tramos, a parte de hacerlo también con el resto de vehículos. Esto quiere decir que los autobuses tenían que hacer 900 metros más de recorrido por calles congestionadas también por el tráfico, con bastantes más semáforos y sin prioridad. Sin contar el tráfico significaba ya doblar el tiempo de viaje, y recordemos que el final de la línea L2 estaba en Pep Ventura, de manera que todos los autobuses de esta zona hacia el norte de Badalona, donde no hay metro, se vieron afectados.

Esta ha sido la tónica habitual durante la mayor parte de estos largos cinco años de obras, alargados entre otras cosas por el hundimiento de El Carmel y por los restos romanos encontrados en Badalona. Cuando avanzaron las obras, se cortó en diferentes ocasiones la calle de la Creu y Anselm Clavé, ambos a cada lado de la nueva parada de metro. Al cortar de forma prolongada la calle de la Creu y de forma definitiva el acceso a la calle Coll i Pujol, los autobuses en sentido norte que venían desde la estación tuvieron que desviarse por la Rambla de Sant Joan, por donde ya pasaban todas las líneas hacia el sur, para ir a buscar el lateral, pero también las desviadas anteriormente a raíz del corte en la calle de la Creu. En este caso también se dobla el tiempo de viaje sin contar el tráfico, pero la intensidad de éste es incluso peor. Como anécdota personal, un día de lluvia cogí un bus en la estación para ir hacia el norte y, si bien a pie se tardan 15 minutos, ¡en el bus me pasé una hora!

Este verano, además, unas obras en Francesc Layret a la altura del Ayuntamiento, obligaron a ampliar el desvío (flechas violetas), que ahora continuaba por el lateral hasta President Companys, saltándose directamente el centro de la ciudad, aunque reduciendo el tiempo para los viajeros hacia el norte durante unas semanas.

Al abrirse la estación Badalona Pompeu Fabra este verano, la calle de la Creu continuó con obras de urbanización, pero, una vez completadas éstas, se cortó la calle contraria (Anselm Clavé) para urbanizarla también. Como hemos dicho, no hay más carriles en sentido sur, así que se abrió la calle en sentido contrario, desviando (flechas negras) los coches y autobuses hacia el sur por el tramo de Martí Pujol por donde pasan todos los buses hacia el norte, los coches de los vecinos y los que van al aparcamiento de la estación. Sí, todos los autobuses de la zona e independientemente del sentido de su ruta pasan por un tramo de tres carriles. Es decir, trece líneas diurnas se encuentran con un cuello de botella.

En círculo azul, zonas con gran concentración de líneas de bus, con habituales retenciones por tráfico. En círculo rojo, tramos cortados durante las obras en sentido norte. En círculo negro, corte actual en sentido sur.

Es de esperar que dentro de pocas semanas por fin se abra al tráfico la última calle cortada, que pondrá punto y final a cinco años de obras que han puesto a prueba tanto a los comerciantes de las calles cortadas (muchos de los cuales han tenido que cerrar) como a todos los usuarios del transporte público y a los conductores. Pero lo cierto es que el centro seguirá siendo tanto vulnerable como siempre y un corte en cualquier calle provocará un auténtico quebradero de cabeza.

El Ayuntamiento debería plantearse remodelar la circulación de una forma valiente y priorizando el transporte público, ya sea reduciendo carriles al vehículo privado, haciendo cambios de dirección, abriendo calles de doble sentido o haciendo algunas calles peatonales permeables al transporte público, así como reformar la red municipal de bus, ya que con las nuevas ampliaciones del metro esta requiere remodelaciones para mejorar la accesibilidad, la conexión entre zonas aisladas y la frecuencia y el tiempo de viaje con criterios de bus exprés y bus de barrio.

En próximos artículos intentaremos proponer algunas sugerencias y comentar otros problemas surgidos a raíz de las obras de ampliación del metro.

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