Mi primer viaje en el Eurostar

Hace un par de fines de semana hice una escapada a París y viajé por primera vez en el Eurostar, el tren que desde 1994 une Londres con Francia y Bélgica a través del Eurotúnel en el Canal de la Mancha.

Como aficionado al ferrocarril, llevaba tiempo con muchas ganas de tomar este tren y tenía gran ilusión y altas expectativas. Sin embargo, fue una experiencia agridulce ya que el servicio no fue de la calidad que esperaba. Aun así, la rapidez y comodidad de la ruta son innegables.

Salí de Londres un viernes por la tarde. Pese a la emoción por el viaje, las decepciones en el trayecto de ida no se hicieron esperar.

Lo primero que me desencantó fue el embarque en la estación de St. Pancras (control de billete seguido de control de pasaporte) que es lento y desordenado y tiene lugar en un espacio estrecho e incómodo. Cuando por fin llegué a la sala de espera, esta resultó ser pequeña y caótica, con mucha gente y poco espacio para moverse o para sentarse mientras anunciaban la vía de embarque. El remate fueron los 20 minutos de retraso anunciados poco antes de la hora prevista de salida.

Una vez nos pusieron en marcha hacia el andén recuperé un poco la ilusión. El tren en el que viajé era uno de la nueva clase 374 (e320), muy moderno y con muy buen aspecto por dentro y por fuera.

Tuve la mala suerte de que no me funcionaba el cargador de la tablet, ya que tenía pensado aprovechar la conexión wifi para hacer algunas cosas durante el viaje. Pero luego resultó dar igual porque la conexión es tan horrorosamente mala que no había forma de hacer nada. Al establecer la conexión ya te avisan de que hay zonas con poca cobertura (porque utilizan 3G) y te animan a ser paciente. Pero no es que sea una conexión imperfecta, es que apenas existe. Yo no fui capaz de conectarme más de tres o cuatro veces a lo largo de todo el viaje. Curiosamente, el único rato en el que pude tener una conexión razonablemente estable fue en los 15-20 minutos del Eurotúnel, y una vez en Francia ya no volví a tener nada hasta llegar a París.

Pero justo antes del túnel, y por si el retraso anterior no hubiese sido suficiente, el tren se paró durante otros 20 minutos por «problemas con el suministro eléctrico».

Y eso no fue todo. En general el viaje, en cuanto al movimiento del tren, no me satisfizo en cuanto a confort y de hecho estuve intranquilo con las aceleraciones en varias ocasiones. La velocidad se nota bastante, y sobre todo en las curvas, en las que a veces la aceleración lateral aparente (la que percibe el viajero), estaba por encima de mi umbral de confort, probablemente por el tipo de suspensión del coche. Pero en dirección vertical también se notaban mucho los «baches» al pasar por encima de desvíos y cambios de agujas, y daba la sensación de que la suspensión agotaba la carrera del resorte y amortiguador de modo que el coche recibía el impacto que debía haberse amortiguado en la suspensión.

Por lo demás, la llegada a la Estación del Norte (Gare du Nord) en París fue bien, con una experiencia bastante mejor que en St. Pancras, salvo por los militares con rifles de asalto apostados a la entrada de algunos andenes que inundan París en estas fechas (que uno no sabe sin son por la Eurocopa, por los atentados, o si utilizan todo eso como excusa y para intimidar).

De modo que el viaje de ida concluyó con 40 minutos de retraso y muchas ganas de bajar del tren por la incomodidad y brusquedad del movimiento, lo cual es sorprendente y nuevo para mí en un servicio de alta velocidad, quizás por estar malacostumbrado a la garantía de puntualidad y a la experiencia de usuario claramente superior (tanto en confort como en atención y servicios) de nuestro AVE.

En cambio, el viaje de vuelta el siguiente lunes a primera hora no fue tan malo. El embarque fue más cómodo y agradable, aunque de nuevo la sala de espera era pequeña y dejaba que desear. El tren, esta vez de la antigua clase 373, tenía un interior de aspecto antiguo y algo «cutre» a la vista, con un estilo de los años 80; pero no quedaba por detrás del otro en cuanto a comodidad de los asientos.

En esta ocasión y dado lo temprano de la hora, pasé casi todo el trayecto durmiendo. Pero esto ya dice algo bueno del material rodante, que salvo en uno o dos puntos muy concretos, no resultó tan brusco como para sobresaltarme y despertarme, por lo que deduzco que los movimientos debieron de ser bastante más suaves.

Y esta vez salimos sin retraso y llegamos en hora a una estación de St. Pancras en la que la experiencia de llegada fue mucho más placentera que la de salida el viernes, por lo que pude llegar a trabajar a tiempo y según lo previsto.

En resumen, la experiencia fue un tanto decepcionante porque tenía grandes expectativas. Sin embargo, la comodidad de un viaje de 2h 30min del centro de Londres al centro de París sin tener que sufrir la hora y pico de viaje a cualquier aeropuerto le dan al Eurostar una ventaja competitiva innegable frente al avión, además de las evidentes en cuanto a impacto medioambiental y social.

Por lo tanto, y pese a la mala experiencia que tuve, que por otra parte compensaría la preferencia personal que puedo tener por el ferrocarril y que alguien puede pensar que sesga mi conclusión, el Eurostar seguirá siendo mi primera opción para viajar entre Londres y París o Bruselas ya que, si bien en los valores añadidos (confort, ambiente en las estaciones, atención al cliente, conexión a internet) deja que desear, en su función principal, que es proporcionar un servicio de transporte rápido y conveniente a través del Canal de la Mancha, apenas tiene competencia.

Y tú, ¿has viajado alguna vez en el Eurostar? ¿Cómo fue tu experiencia? ¡Cuéntanoslo en un comentario!

Sobre el autor
Ingeniero Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid con un Máster en Transporte por Imperial College London y University College London. Ha sido consultor de transportes para proyectos urbanísticos y actualmente trabaja en planificación estratégica para Transport for London. Es un apasionado del transporte público y de la movilidad urbana sostenible.

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7 thoughts on “Mi primer viaje en el Eurostar

  1. Hola.
    Me llamo Albert y quisíera comentar que desde 2013 que ya he viajado 7 veces a Londres con el Eurostar.
    La verdad es que me gusta este tren. Te da la comodidad de viajar en tren a Londres ya que a mi no me gusta viajar en avión.
    Quiero comentar que estoy de acuerdo con usted con la estación de Londres.
    Uno de mis viajes, salí un lunes por la mañana y mi tren salió con 30 minutos de retraso con lo que me mosqueo porque tenía que coger el TGV en París para volver a España y lo pille justito.
    Y todo fue por culpa del control que tienen.
    Te hacen colocar todas tus cosas, una por una en varias bandejas.
    En cambio, cuando pasas el control de equipaje en París, es superlígero y rápido.
    En cuanto al viaje, lo malo es que en los trenes antiguos no existe ni wifi ni enchufes en los asientos.
    Los asientos regulares.
    Pero bueno, dentro de lo que cabe, agradezco que exista este tren.
    Un saludo cordial.

  2. En París es habitual la presencia de militares armados en grandes intercambiadores de Metro, RER y Ferrocarril en cualquier época del año. La Gare de Nord es particularmente peligrosa, hasta el punto que uno de estos militares me invitó amablemente a que guardase la cámara de fotos ya que me la podían robar en cualquier momento.

    Muy interesante tu artículo. No he tenido ocasión de montar en el Eurostar, si bien mi experiencia con el Thalys {París – Bruseslas – Amsterdam} fue buena, tanto en confort y comodidad, como en exquisita puntualidad, a la altura de nuestro AVE.

    Saludos.