Barreras mentales

Quien haya viajado alguna vez a Alemania, Suiza, Austria, u otro de tantos países donde se da el mismo fenómeno, le puede haber llamado la atención que los transportes públicos carecen de barreras tarifarias, en su lugar únicamente se presentan validadoras -si es que-, donde el viajero debe validar su billete. Para los que pagan religiosamente su billete, aún a pesar de los precios exorbitados que alcance el billete, es decir los que lo pagan por la convicción de que es lo correcto que hacer y no por que haya una obligación física de hacerlo, una situación así no sería nada extraterrestre. Sin embargo el consenso a pie de calle suele ser que eso aquí no sería posible a falta de una cultura de civismo (¿»piensa el ladrón que son todos de su condición»?), que en cambio se asume que sí está presente en esas sociedades.

Me atrevo a decir que el civismo de pagar el billete no es un tema cultural, sino social. Sólo así se explica aquel estereotípico fenómeno del turista que llega a España y se cuela igual que los demás, y del Español que viaja al país de ese turista y paga siempre igual que todos. El «igual que todos» sería clave, la presión social, o su ausencia. Esto es lo que apunta a que no es solamente un tema de tener una cultura de no pagar por las cosas, sino que los que no pagan no perciben ninguna señal de que lo que hacen esta mal para la sociedad, como mucho para aquel impersonal Moloch que será el operador, al cual se responde apuntando a la habitual opacidad de sueldos, inversiones o adjudicaciones.

Metro sin tornos en Oporto

Metro sin tornos en Oporto

Cambiar los hábitos

Veamos uno de esos cambios de la «cultura» que ha habido en los últimos tiempos: en el civismo vial, por ejemplo. En un periodo de menos de 20 años ha aumentado significativamente el respeto a los peatones, pasos de cebra, cinturones de seguridad y límites de velocidad. No tiene más misterio que esto se consiguió con agresivas campañas de concienciación, que abarcan desde anuncios macabros hasta la medida clave, que fue repartir multas a diestra y siniestra. No se puede negar, todo esto no suena muy bonito, pero parece un poco ingenuo pensar que la gente iban a cambiar unos hábitos tan arraigados solamente porque se les pidiese por favor. Se podría decir la seguridad es lo primero y por tanto el fin justifica los medios, pero eso no significa que otros comportamientos incívicos no haya que combatirlos seriamente. En cambio, con lo que nos encontramos es por ejemplo una campaña de dudosa eficacia en Barcelona con anuncios que rezan «¿Te crees muy listo?» o «Ya estás grandecito para hacer estas cosas» acompañados de simbología que representa a personas saltándose los torniquetes. ¿Que sentido tiene apelar a la buena voluntad de alguien que ya ha mostrado su disposición a evadir una barrera física?

Las barreras tarifarias en los Metros y estaciones de cercanías, en lugar de presentarse como una solución al problema, ya son la versión más sólida de esa misma campaña del «oiga, pague el billete», esta vez imponiendo una supuesta barrera física para exigir el pago del billete. ¿Pero como debe servir esto para inculcar la obligación de pagar el billete, si todo el que quiere y puede se cuela a la torera sin consecuencia alguna? No hay más que ser usuario habitual del transporte público para ver como día a día se cuela casi todo aquel que quiere, sin que los empleados (si es que aún hubiera en aquella estación) ni los guardias de seguridad se inmuten.

La estación de metro de Gregorio Marañón está preparada para funcionar sin tornos. (Foto: Daniel Grimoir)

La estación de metro de Gregorio Marañón está preparada para funcionar sin tornos. (Foto: Daniel Grimoir)

Sin barreras

Una idea diferente sería eliminar las barreras tarifarias, además de todos los demás vallados de las estaciones en superficie que además suponen una gran molestia cuando requieren dar una gran vuelta para acceder a la estación. En cambio, con los recursos ahorrados en vallas, validadoras, y su respectivo mantenimiento, aumentar significativamente las revisiones de billete, además de hacer éstas en horas y ubicaciones aleatorias, por ejemplo acompañadas por las patrullas de vigilantes que ya ahora se ven habitualmente en algunas líneas de cercanías. La implementación de una «cultura del civismo», por desgracia, difícilmente vendrá por rezarle al cielo que los incívicos un día se levanten y decidan arrepentirse de sus actos, sino de la confrontación directa de éstos con su infracción, el daño causado y la multa que debe compensarlo. No podemos barrer bajo la alfombra un problema social que tenemos, y lavarnos las manos tirando el dinero en barreras tarifarias para luego eludir cualquier otra responsabilidad de perseguir el fraude.

La cosa no parece tener fácil solución. A veces da la impresión que aún a la vista de que estamos repitiendo un error somos incapaces de intentar una solución distinta, incluso una que haya dado resultados en otras partes. Las innovaciones se aplican a aquello que ya funciona,, mientras que para los problemas de verdad hay siempre la misma medicina, sin importar lo poco eficaz que sea. Los Estadounidenses tienen una bonita frase que reza «si no está roto, no lo arregles». Aquí no sólamente arreglamos lo que no está roto, para colmo lo que está roto se queda así.

Más sobre este tema: ¿Sería posible un metro sin tornos en Madrid?

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14 thoughts on “Barreras mentales

  1. Esto de los tornos llega en Madrid a su máxima expresión de surrealismo y estupidez en la estación de Tres Olivos. Esa estación de la linea 10 tiene la particularidad de que ahí acaba el tramo de la linea 10 que viene del sur, pero la linea continúa desde otro andén hacia el norte, por tanto cuando se llega a la estación, hay que salir del vagón, cruzar el andén y tomar otro tren que continúa, no es un cambia de línea, simplemente se caminan 10 metros para cruzar el andén hasta el otro lado. Estamos hablando de una estación nueva, que debe tener como mucho 5 o 6 años.

    Aparte del inconveniente de tener que cambiar de tren para continuar el viaje sin ninguna razón técnica, resulta que han puesto unos tornos en mitad del andén, de forma que para pasar al otro tren hay que volver a pasar la tarjeta de metro para abrir el torno y pasar, no se cancela ningún viaje de la tarjeta, simplemente es para abrir el torno. Naturalmente a la hora de ir a trabajar y de volver a casa se forman unos tapones tremendos en esos tornos, que son pocos para la cantidad de gente que se acumula.

    Yo supongo que algún lumbreras de la administración (esto tiene pinta de idea de político) decidió en el momento que se estaba construyendo la prolongación de la linea 10, que esa estación sería el límite de la zona 1 y que por tanto sería buena idea hacer pagar a la gente para continuar el viaje y se les ocurrió esta monstruosidad. Pero resulta que el límite de la zona 1 está en realidad en otra estación un poco más adelante, y en vez de intentar solucionar esta chapuza la han dejado en su lugar dando lugar a bastantes problemas a los usuarios, cada vez que paso por ahí me pregunto que por qué tengo que pagar por un servicio tan deficiente, hay que tener en cuenta que a parte de la incomodidad, este método incrementa bastante el tiempo de viaje, entre salir del tren, pasar los tornos, esperar al siguiente y continuar (si es que cabes y no tienes que esperar al siguiente tren, o se ha ido mientras estabas en el tapón).

    1. Siempre me ha llamado la atención que se corten en dos líneas del metro de Madrid. Aunque la razón es la menor demanda en las partes alejadas del centro de la ciudad, siempre me ha parecido un gran error teniendo en cuenta que hay otras alternativas que están funcionando muy bien en los metros de otras ciudades, y en los cercanías mismos: que solo algunos de los trenes que circulan en la línea lleguen a las zonas más alejadas y con menor demanda.
      En Bilbao, por ejemplo, funciona de esta manera muy bien. Hay pueblos bastante alejados de Bilbao que disponen de trenes cada 15 minutos.. Para ellos es más un servicio de cercanías, y claro, tienen que saber el horario, pero no les supone ningún problema.
      En Madrid no sé por qué no se hace. Si dicen que la razón son los problemas técnicos de explotación, les diré que aquí en Bilbao, en la zona centro hay dos líneas en las mismas vías, con frecuencia de un tren cada 3 minutos, con algunos de estos trenes yendo a las zonas más alejadas y otros más cercanas. Y aun así, va fenomenal, no hay atrasos, es raro que los trenes se queden parados en los túneles o en las estaciones. Así que posible, sí que es.
      Si es cuestión de la tecnología o modernidad de las líneas (que lo dudo), a ver gastado el dinero en ello! En vez de en algunas de las ampliaciones, que seguro que había repercutido en mayor medida en el bienestar del usuario.

  2. Los tornos son una manera más de control, y no es por ponerlos que se vaya a colar menos gente. Tendemos a pensar que cuanto más resistente sea la barrera más contendrá a los que se quieren ahorrar el trayecto. Nos empeñamos en poner puertas al campo y al final terminamos con ejemplos como en París donde las barreras son auténticas murallas que separan la aparente seguridad del metro del «guetto» que te encuentras a la salida. En alemania en cambio no hay tornos pero hay más controladores, es otra forma de controlar pero el importe de la multa es parecido al que se impone aquí.
    La ventaja de no poner tornos principalmente significaría que todo el espacio del metro hasta es andén sería público, digamos como una extensión de la calle. El controlador por lo tanto actuaría dentro del vagón, mientras que con tornos se suele hacer fuera de los trenes, por los pasillos. Otra ventaja sería de mantenimiento, puesto que al no haber tornos de entrada y salida no habría máquinas que arreglar o renovar. Otra ventaja más que veo sería en aquellas estaciones con varias salidas y con trabajadores en cada ventanilla de cada salida en las que se podría poner una única ventanilla en el andén al igual que las máquinas expendedoras que se reducirían en número.

  3. Me parece que es buena medida, pero sin duda lo mejor que pueden hacer para que si lo implantan la gente no se cuele, es algo muy simple: MULTAS. Los ciudadanos alemanes no son ningún tipo de especie evolucionada del homo Sapiens que hace que funcione todo perfectamente y sean los más listos en todo. Quizá la diferencia es que nuestros políticos son Homo Neardentalensis y no hacen su trabajo bien. Tendría que haber más multas, pero no sólo más multas; sino más revisores que las hagan efectivas. Las legislaciones que han hecho os políticos de España en cuanto a este tema son de chiste. En los trenes de cercanías la gente se cuela, pasa el revisor y lo que hace es.. ¡Venderles el billete! Sin aplicar multas… Los hechos hablan por si solos.

  4. Una de las grandes barreras para no acceder al transporte público y ejercer tu derecho a la movilidad no es física, es que no exista un Abono Social que garantice la movilidad de las personas que no pueden costearse el abono normal. Que en Madrid son decenas de miles.

    Más de la mitad de jóvenes, y más de un cuarto de la población no tiene trabajo pero siguen necesitando moverse por estudios o búsqueda de empleo. O trabajan y tienen un salario salario menor que hace unos años y no les da para costear todas sus necesidades básicas: luz, agua, gas, la matrícula de los estudios…

    Una persona de Fuenlabrada, Mostoles, Parla o Alcalá (entre ellas suman 750.000 habitantes) tiene que gastarse más de 5 euros en un viaje puntual a Madrid y eso si tiene suerte y no necesita hacer uso del metro o bus.

    Yo me veo en esta situación, voy a Madrid o salgo de mi municipio contadas veces porque no me lo puedo permitir y algunas veces pago y otras no. Me encantaría pagar y contribuir al sostenimiento del sistema, no me gusta no pagar y me supone una fuerte contradicción interna, pero no puedo todas las veces. No estoy siendo incívico, el sistema está siendo incívico.

    1. Hola, estoy plenamente de acuerdo con todo lo que dices, los precios de transporte público son grotescos en proporción a un sueldo habitual. El precio del billete no debería de ser un impedimento para nadie, y como dices en muchos sitios falta ampliar la gama de títulos sociales, aunque también se echa en falta una tarificación que premie y fidelice al usuario regular. En Barcelona el abono trimestral ilimitado sale a 47 euros al mes, lo que equivale a 45 viajes con un billete de diez viajes, y es más de lo que cuesta el abono mensual limitado a 50 viajes. El billete más popular no es ningún abono, sino el de diez viajes, el mismo que usa cualquier turista.
      Es un asunto que daría para un artículo entero, pero no es de lo que estamos hablando, porque si antes de hablar de barreras tarifarias hay que hablar de la gente que no puede pagar, pues antes aún tendríamos que hablar del despilfarro en infraestructuras, y antes de eso de la política de movilidad del país, y así en adelante.

  5. Yo solo puedo decir que en Múnich cuando controlan en un vagón o un autobús siempre acaban pillando a alguien. Yo no creo que el civismo sea tanto mejor. El que no tengan o no se planteen poner esas barreras en muchos casos es por que los accesos están pensados sin las barreras y no siempre sería posible instalarlas. Para empezar los ascensores van directamente desde la superficie al andén – cosa que ya dificulta mucho implementar un sistema de barreras. Por otro lado las barreras fisicas tambien dan mas opciones a la hora de implementar sistemas de pago mas inteligentes como vosotros soleis proponer.

    De echo es comodo no tener esas barreras, pero no me parece el mejor sistema.

  6. Me hace gracia cuando se habla del civismo alemán. En la ciudad en la que yo residí muchos jóvenes hacían un sinpa en el metro porque sencillamente no se podían permitir el billete mensual. También ocurre que con frecuencia la ausencia de barreras físicas hacía que se te olvidase validar el billete, sobre todo cuando por la baja frecuencia de trenes tienes que salir corriendo detrás de ellos. Esto lo compensaban con un servicio de control bastante agresivo: a primeros de mes, grupos de personas de paisano entraban en el metro o autobús, sentándose para, una vez puesto en marcha, ponerse de pie y comenzar a exigir los billetes y poner multas bastante serias (mínimo 40 euros). A esto se sumaban controles esporádicos a la salida, apoyados por gran cantidad de guardas de seguridad y en ocasiones bastante conflictivos. No creo por tanto que se den condiciones tan diferentes que impidan su implantación en España.

  7. Hola

    En Japón, donde el civismo se lleva al extremo, hay tornos de entrada y de salida de la misma forma que los hay en otros países más «cívicos» así que vuestro argumento no tiene base. No por ser cívico el sistema de transportes debe dar oportunidades a los jetas, y por ello no es malo que existan esas barreras.

    Para evitar que se cuele la gente hay que poner tornos «con pared» en lugar del tipico torniquete (no sé definirlos mejor, pero me refiero a los que hay en estaciones como moncloa por ejemplo). El que paga debe percibir la justicia de que el que no lo hace lo tiene casi imposible.

    1. «Como en Japón hay tornos vuestro argumento no tiene base».

      Joder, sí que te has currado la argumentación. Menuda falacia de manual.

      1. El post argumenta que en Alemania, Suiza y Austria no tienen tornos, para continuar hablando de la cultura del civismo. La misma falacia, fíjate tú.

        Simplemente si hay otros lugares con tanto o más civismo que usan tornos, es que ese factor no es el que marca la diferencia.

        El civismo por una parte se inculca y se aprende pero por otra el sistema de transporte debe protegerlo. Sí a los tornos.

        1. El sistema más eficaz para que no haya fraude son los tornos «de pared» porque son objetivamente más difíciles de franquear que un simple torniquete que la gente se los pasa de una zancada. Habrá un frade mínimo en los «de pared» (más que nada si alguien deja pasar a su colega pegado a él pero para eso deberían estar los seguratas) aunque ni por asomo comparable con los torniquetes, basta con usar a menudo el metro para constatar esto.

          No estoy de acuerdo en lo que dices en tanto que tu post es pura opinión y no se sustenta sobre datos. ¿En qué te basas para decir que el sistema actual de Madrid no funciona? ¿Cual es la tasa de usuarios reales/usuarios morosos? ¿Y en el de Viena? ¿Y en el de Berlín? ¿Y el de Munich? ¿El de Ginebra? ¿Y en el de París y Londres, con sus tornos? ¿Tienen una tasa de morosos mayor o menor? ¿Realmente el sistema de tornos no funciona como dices? Sin datos que podamos comparar no se puede afirmar tan tajantemente lo que comentas. Por cierto, varios días en el metro de Berlín y no vi ni un sólo revisor. No me dio precisamente una sensación de abundancia de revisores, pero eso es sólo una anécdota.

          Vuelvo al ejemplo de Japón, sobre todo porque me fascinó lo que vi allí en materia de transporte público. Con una población exquisitamente educada, mantienen los tornos. Bien se podría hacer allí como en Viena y eliminarlos, que te aseguro que seguirían pagando por cada viaje. De hecho hasta podrían prescindir de revisores que la población seguiría pagando. Aún más, en una ciudad tan masificada como Tokyo el beneficio de quitar los tornos sería inmediato. Y sin embargo no lo hacen, ¿¡por qué?! Pues porque aparte del civismo, el sistema de transportes se preocupa de que los aprovechados lo tengan lo más difícil posible, y eso es algo positivo. También como muy bien apuntan en un comentario más arriba, para aplicar distintos sistemas de tarificación (aunque la integración tarifaria en Tokyo me pareció mala pero ese es otro tema).

          Para terminar, me parece muy bien que se escriban posts de opinión como éste, pero Ecomovilidad debería estar más abierto a puntos de vista diferentes de sus lectores, porque vaya tela lo que he tenido que leer hoy…